La anécdota del festival taurino de Perín estuvo en el sorteo del burro, que tuvo como agraciado a uno de los areneros, quien al escuchar el número dejó sus utensilios para ir hacia el lugar del sorteo y reclamar su premio: un burro (no confundir con el que se lanza desde el campanario de la iglesia, que es de cartón). Lo mejor vino después, pues aceptó la oferta de 150 euros que un espectador le hizo por el animal. Sin duda, 'faena perfecta' la que tuvo este arenero.